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lunes, 21 de julio de 2014

Curiosidades Puente del Hacho

Guadahortuna y el Puente del Hacho
 El vil apuñalamiento de la joven Remedios, oculta por su asesino, el despechado Jaime, entre el hormigón de una de las pilastras del puente.
http://www.ideal.es/granada/planes/201407/20/guadahortuna-puente-hacho-20140718162959.html




Frecuentemente el origen de los pueblos se pierde en la noche oscura de los tiempos. Es el caso de Guadahortuna, del que existe una carta de Isabel la Católica a Alonso Enríquez, corregidor de la ciudad de Granada, fechada el 10 de marzo, en la que se dice que «atendiendo su petición para poblar Guadahortuna al ser este paso muy yermo y peligroso para los caminantes, por estar ésta en gran traviesa de caminos que van de toda Castilla para el Reino de Granada, hay mucha necesidad de poblar para que esta tierra esté segura… así veáis el sitio y el lugar mas conveniente...»
La fundación tuvo lugar, por tanto, entre 1503 y 1505, siendo el momento cumbre el 9 de marzo de 1504, fecha en la que Alonso Enríquez en persona nombra a los miembros del primer Concejo de la Villa, con Juan Serrano como alcalde Mayor. Y para que el poblamiento nuevo tuviese éxito, se tomaron medidas como la exención de alcábalas durante diez años, “dando a las personas que vinieren a vivir solares para hacer casas y tierras para poner viñas, huertas y dehesas», según otro escrito de la reina.
En compañía de la alcaldesa, Josefa Caballero, pude admirar algunos de lo monumentos que posee esta noble villa, entre ellos la iglesia parroquial de Santa María la Mayor del siglo XVI de estilo renacentista, cuya impresionante fachada sigue el modelo expuesto magistralmente en la Puerta del Perdón de la Catedral de Granada. Tiene también un imponente artesonado mudéjar en su interior que no pude ver pese a la insistencia de la alcaldesa a los clérigos para que nos permitieran la visita. Nunca terminará de sorprenderme cualquier actitud encaminada a esconder al visitante joyas arquitectónicas que han impregnado la historia de los pueblos. Alguien debería acabar con este despropósito.
Pero vayamos con la leyenda. Dicen que los grandes amores del puente ferroviario más bello de España son Alamedilla y Guadahortuna; Alamedilla porque siempre ha estado atenta a su futuro incierto y Guadahortuna porque está en su territorio administrativo y ha llevado muchos carros de remolacha a la estación inmediata. Todo el mundo sabe la historia del Puente del Hacho, icono de la modernidad del siglo XIX, pero muy pocos conocen algo que ocurrió durante su construcción.
Corría el año 1886 cuando comenzaron las obras del puente sobre el río Guadahortuna jamás soñado por ingenio alguno. Estaba en marcha una maquinaria que daría trabajo de forma directa a cientos de personas durante su construcción a lo largo de casi una década, originándose un gran bullicio en el poblado de los alrededores de la estación Alamedilla- Guadahortuna, que permaneció en la zona hasta la década de los años cincuenta, en que las condiciones de vida, endurecidas por una feroz postguerra, provocaron en el Oriente andaluz uno de los mayores éxodos de emigración de la historia moderna.
–Si esta noche no viene a la cita, otro gallo le cantará a esa niñata.
–Pero Jaime... no fuerces la situación; hay muchas mujeres que estarían por tus huesos.
–¡No Antonio, si Macarena no es para mi, no es para nadie!
Los dos compadres hablaban mientras amasaban el hormigón para los cimientos de la fabrica destinada a soportar los pilares de hierro del nuevo puente.
–Le he mandado recado para que esta noche nos veamos en la obra de boca del túnel. Allí no nos molestarán y podremos hablar de nuestro futuro.
Macarena, una gitana de ojos verdes y pelo oscuro, estaba enamorada de Juan, uno de los trabajadores que colocaban las vigas de hierro y que había llegado a Guadahortuna procedente de Baza buscando trabajo. Lo malo era que ella había estado tonteando anteriormente con Jaime y hasta que no llegó Juan, también de raza gitana, no supo que ese era el amor de su vida.
Pasaron los días y la indiferencia que mostraba Macarena con Jaime provocó que aumentara el rencor de este hacia Juan. En varias ocasiones se vieron las caras en la obra, provocando que el encargado los amonestara en más de una ocasión.

La noche llegó y Jaime esperó en el lugar convenido, en el túnel que se estaba abriendo para conectar las vías del tren con la provincia de Jaén. Macarena llegó a la hora indicada pues tenia que aclarar la situación con Jaime y dejar bien claro que su verdadero amor era Juan. Pero Jaime no era de los que se dan por vencidos y menos en cuestión de mujeres, así que tras el encuentro la cosa fue a más y en un momento determinado la navaja brilló en la oscura noche, llenándose de sangre y de odio. Ella cayó en los brazos de Jaime herida de muerte en el mismo momento en que el vigilante llegaba al lugar. Los vio abrazados como dos amantes que se juraban amor eterno y con una sonrisa en la boca dio continuó su ronda sin sospechar la tragedia que se estaba consumando a pocos metros de él.
Jaime, consciente de su error y sabedor de las posibles consecuencias que podía tener su acción – nada más ni nada menos que el garrote vil– pensó cómo podía salir de aquel trance y no se le ocurrió otra cosa que hacer desaparecer a la muchacha gitana en los cimientos de las pilastras de las torres que se estaban construyendo.
Al día siguiente su compadre le preguntó cómo le había ido con Macarena.
–No se presentó la muy… Seguro que estuvo toda la noche con su nuevo novio, el gitano de Baza… ¡Pero eso a mi ya me da igual!
Jaime continuó echando hormigón al encofrado de los cimientos de las pilastras, pero al darse la vuelta una mano azulada surgió de entre el hormigón como si emergiera pidiendo justicia. El compadre creyó ver un fantasma y llamó a Jaime a gritos.
–¿Cómo has podido hacerlo?
–Calla y ayúdame a tapar la mano o ¿es que quieres que me ahorquen?
Los dos amigos volvieron a a meter la mano en el hormigón creyendo que no los veía nadie, pero desde lo alto de la tercera torre del puente, Juan observaba todo y aun sin estar seguro de lo que escondían los compadres, pronto sabría en qué juego macabro estaban ambos.
Esa mañana no se presentó su amada como era costumbre para llevarle la capacha de comida. Pasaron los días y de Macarena nadie sabía nada, excepto Juan, que intentó explicar a los mandamases de la obra que Macarena estaba oculta en los cimientos de la torre, asesinada por Jaime. No solo no le hicieron caso, sino que lo tomaron por un loco.
Pasó un mes desde aquel trágico suceso y una mañana, cuando los obreros iban a comenzar su dura jornada, un insólito hecho acaparó la atención de todos. Un hombre colgaba del cuello en la viga mas alta de la tercera torre. Era Jaime.
Todas las miradas se posaron en Juan, quien sin decir nada en su defensa fue hecho preso y conducido a la Real Chancillería, donde se le condenó a la máxima pena.
Después de aquello el compadre de Jaime, asqueado por su comportamiento y lleno de remordimientos, se alisto en el ejercito destinado en Cuba. Allí murió de un tiro en la cabeza poco después de que se inaugurara el Puente del Hacho el 22 marzo de 1898.
Dicen los más viejos del lugar que en las noches sin luna, dos siluetas pasean cogidas de la mano por la vía del puente que marcó sus destinos.

jueves, 20 de julio de 2000

Curiosidades de la historia del puente del Hacho (ASESINATO DE LEOPOLD CRISTOFLEAU)

RELATO DEL ASESINATO DE LEOPOLD CRISTOFLEAU

El IDEAL de 20 de Julio de 2000

El móvil del asesinato, fue sin duda alguna el robo; concretamente el robo del dinero que Leopold Cristofleau, personal técnico de la compañía francesa Fives-Lille que era la encargada de la construcción de la línea férrea Linares-Almería para la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España, guardaba en su casa para hacer frente a ciertos pagos de la actividad de la empresa.

Según se derivó de las pesquisas policiales incorporadas a la documentación del proceso, los criminales llevaban algún tiempo concertando la perpetración de un delito de robo en la persona del ciudadano francés Leopold Cristofleau, miembro destacado del personal técnico de la compañía Fives-Lille y de la comunidad francesa que realizaba los trabajos de construcción del ferrocarril en el citado puente.

Los asesinos juzgados y ajusticiados fueron, Dionisio, carpintero de profesión y forastero; El Parra, jornalero y natural de Alamedilla; y El Resina, también jornalero y forastero, los tres con casa y familia en Alamedilla.

La tarde del 6 de Febrero de 1.895, se encontraban los tres futuros asesinos en el pajar de la casa de éste último, cercana a la vivienda de Cristofleau, (parece que el pajar es el que estaba en El Caserón y la casa de Cristofleau debía estar muy cerca de donde vive actualmente El Lolo) ultimando los detalles del delito que querían realizar en la casa del francés, y de la forma de repartir la buena cantidad de dinero que conseguirían en el mismo, para lo que no desdeñaron acabar con la vida de quienes se encontraran en el interior de la vivienda, motivo por el que iban pertrechados con diferentes armas.

Según la versión oficial, los tres permanecieron bebiendo y charlando en el interior del pajar hasta que entrada la noche, observaron que se daba el momento propicio para entrar en la vivienda de la victima. Uno de ellos, posiblemente El Parra, permaneció apostado durante largo rato, vigilando el entorno hasta que comunicó a sus compinches que el paso hasta la vivienda del francés estaba franco, y con la puerta abierta por la salida de un vecino no reconocido. Cobijados por las tinieblas de la noche, en medio de un frío glaciar y acompañados por el ladrido del perro de la víctima, entraron en la casa sigilosamente cerrando la puerta tras de si, que apestillaron, cegando a continuación el ojo de la cerradura con un pañuelo, para impedir que nadie pudiera usarlo como mirilla. Inmediatamente después, parece que se dirigieron hasta la habitación principal de la casa, donde sorprendieron sentado en una silla baja, delante de la chimenea a Leopoldo Cristofleau y junto a él, de pie, al lado de la mesa donde fregaba parte de la vajilla, la criada Isabel Troyano, mujer de cierta edad, natural de la localidad y muy querida en el pueblo.

Sin dar posibilidad de defensa a las víctimas Dionisio y El Parra se abalanzaron sobre el francés que sorprendido por la espalda apenas pudo ofrecer resistencia al primer tajo lanzado por Dionisio con un hacha que le interesó la zona cervical dejándole aturdido por el golpe y malherido. Seguidamente, como la víctima habría tratado de levantarse en un acto reflejo, fue sujetado por el primero contra la silla facilitando que el segundo le apuñalara repetida y brutalmente en el abdomen, quedando la víctima muerto entre grandes estertores, no sin que antes Dionisio le rebanara el cuello de oreja a oreja con una faca.

En tanto, El Resina se enzarzaba en un pelea con la criada Isabel Troyano, que nada más irrumpir los delincuentes en la estancia había comenzado a proferir grandes gritos que quedaron acallados inmediatamente, al ser cogida por los pelos y degollada con una navaja barbera, que ocasionaron la muerte de la mujer tras varios minutos de terrible agonía.

Cometido el crimen, los tres individuos se emplearon durante más de una hora en buscar todo el dinero y efectos de valor que pudieran encontrase en la casa. Al final la decepción se albergó en el ánimo de los malhechores que solo pudieron hallar una cantidad próxima a las 1.000 pesetas, que la versión oficial en 3.600 reales que se repartieron a partes iguales, correspondiendo a cada uno la cantidad de 60 duros.

Con el mismo sigilo con el que habían entrado, los delincuentes abandonaron la casa, no sin antes lavar sus manos ensangrentadas en el lebrillo con agua, en el que la criada fregaba los platos instantes antes de ser asaltada. Tras su huida, dejaron tres pañuelos ensangrentados con los que previamente trataron de limpiar los restos de sangre de sus ropas y herramientas.

Aunque en la documentación hallada no queda muy claro, parece ser que en su huida fueron vistos por una hija de la criada asesinada, cuando abandonaban la casa. Al amanecer del día siguiente unos vecinos observaron la casa de Cristofleau con la puerta entreabierta, con la lumbre presumiblemente apagada puesto que no salía humo por el tiro de la chimenea y sumida en completo silencio. Descubiertos las cadáveres de las dos victimas del brutal asesinato, se dio aviso al cuartel de la Guardia Civil de Alamedilla y demás autoridades de la localidad.

El día 10 de febrero, en medio de un fortísimo temporal de lluvias fueron capturados en distintos lugares de la comarca de Guadix, El Parra y El Resina, que no tardaron en declararse autores del asesinato y señalaron a Dionisio como el tercero, que fue detenido por la Guardia Civil de Montejícar. Los tres fueron conducidos a la cárcel de Guadix y mas tarde a la cárcel de Granada para ser juzgados.

En medio de una gran expectación, el 19 de noviembre de 1897, en la sala de vistas de la sección primera de la Audiencia Provincial comenzó la celebración de la vista oral del juicio. Los tres presuntos asesinos llegaron a la esta Audiencia conducidos por un enorme despliegue de la Guardia Civil. Las crónicas que narran el momento, señalan la enorme tensión que rodeó la llegada de los tres individuos, describiéndolos vestidos de oscuro, mal encarados, de terrible apariencia y calados con gorra El Resina y los otros dos con boina.

En su intervención ante el tribunal, después de numerosas contradicciones e inculpaciones mutuas consiguieron manifestar que los hechos sucedieron de la siguiente forma: Dionisio y El Parra se encontraban en La Puente, ajustando comprar un poco de paja a El Resina, para lo que se dirigieron a su casa y luego al pajar, en el que permanecieron durante varias horas bebiendo e intentando llegar a un acuerdo sobre el precio de la paja para poder cerrar el trato. Los dos compradores que en ocasiones habían trabajado en las obras del ferrocarril resolvieron ir a casa de Cristofleau a solicitarle un préstamo. Al acercarse a la casa de éste, comenzó el perro a ladrar, saliendo el dueño y entablándose una discusión entre ellos en la puerta de la casa, que se pasó al interior del inmueble, en donde la víctima en un forcejeo con los agresores, cayó al suelo y fue sujetado en una silla por el Parra, mientras Dionisio lo apuñalaba repetidas veces. Toda la escena sucedió delante de la criada Isabel Troyano, por lo que El Resina que acompañó a los dos primeros, atemorizado por el hecho de que esta pudiera delatarles, la mato.

La reconstrucción de los hechos del crimen, que proporcionó el parecer científico de los forenses, atendiendo a las lesiones de Isabel Troyano y de Cristofleau, con numerosas heridas de arma blanca con buen filo, con la cabeza casi separada del tronco, interesadas las vértebras y el vientre totalmente abierto, fue decisiva para establecer el veredicto de culpabilidad de los encausados.

El lunes 28 de Agosto de 1898, a la 8h y 20 m. fueron ajusticiados en Guadix, observados por un inmenso gentío que esperaba desde la noche anterior y que se estimó en mas de 11.000 personas.

Leopoldo Cristofleau (centro) en Brasil, sobre 1880
Según la web: http://criminaldescubierto.blogspot.com/2009/10/el-crimen-de-alamedilla.html